Por José Valle1
Armando Lacava nació el 12 de diciembre de 1915 en la calle Fitz Roy 333 de la ciudad de Bahía Blanca, hijo de Roque y Emilia Míguez.
Estudió música en academia y en 1933 ingresó en la orquesta del violinista Eberardo Nadalini donde tuvo como compañero al bandoneonista Luis Bonnat, actuando en bailes de clubes y salones, así como por LU7 Radio San Martín. En el año 1937 viaja a Buenos Aires con Bonnat y el contrabajista Elvio Olivero y después de un tiempo consiguen incorporarse como trío estable al elenco de LS5 Radio Rivadavia en la cual, además, acompañaban musicalmente a los cantores exclusivos de la emisora.
En 1945 Lacava integró el conjunto que por un breve período formaron exmúsicos de Osvaldo Fresedo denominado Orquesta Argentina, que incluyó al bandoneonista Alberto Garralda, al violinista Eberardo Nadalini y al cantor chivilcoyano Juan Carlos Miranda.
Ese año estrenó “Un tango y nada más”, considerada su obra más importante, compuesta en colaboración con el bandoneonista Juan Pomati, con letra del exquisito poeta Carlos Waiss; El bahiense Carlos Di Sarli la grabó el 5 de julio, con el cantor Jorge “cajón” Durán para RCA Víctor y el 17 del mismo mes lo hizo Alfredo De Angelis para Odeón con la voz de Julio Martel.
En 1949, dirigió un conjunto para acompañar a Raúl Iriarte, el excantor de la orquesta de Miguel Calo, en Radio Belgrano, y luego durante una gira por Chile, Perú, Venezuela, México y Colombia, país donde el cantor se radicó.
Asimismo, acompaño durante un largo tiempo a ese cantorazo que fue Mario Bustos.
Desde principios de 1951 hasta 1954 inclusive reemplazó a Eduardo del Piano en la dirección de la orquesta de Ángel Vargas y grabó con ella 40 temas para RCA Víctor; los dos primeros fueron “Cascabelito” y “No salgas de tu barrio” (1951), después vinieron “Naipe marcado”, “De vuelta al bulín”, “No es más que yo”, “Tras cartón”, “Copa de ajenjo”, “Duelo criollo”, “Bésame en la boca”, “Araca corazón”, “Alma en pena”, “El adiós”, “Corrientes y Esmeralda”, “Si es mujer ponele Rosa”, “Dejame vivir mi vida” y “Evocación de París”, además de canciones grabadas anteriormente con D’Agostino, “A pan y agua”, “Pero yo sé” y “Sólo compasión”; los cuatro últimos registros fueron “Doblando el codo”, “Tiene razón amigazo”, “Noche de locura” y “Pingo lindo”. Cuando en 1955 dejó la orquesta, lo reemplazó en ella Edelmiro D’Amario.
Después tuvo un cuarteto con el violinista pergaminense Aquiles Aguilar, que había integrado la orquesta de Francini y Pontier, con la que actuó en el Hotel Savoy ,“El Patio del Tango”, de avenida Corrientes, en la whiskería “Cambalache” que comandaba Tania y estaba ubicada en calle Libertad casi Córdoba, y otros locales porteños.
En 1957 estuvo un breve período en Colombia donde se unió a la orquesta del bandoneonista argentino Enrique Méndez, para acompañar en grabaciones a Julio Martel, que estuvo durante tres años trabajando en ese país
Luis Adolfo Sierra, el más significativo historiador de las orquestas típicas, lo ubica entre los más capacitados arregladores del género.
Fue parte del elenco de la “Carpa del Pueblo”, junto a Hugo Del Carril, Rosanna Falasca, Héctor Gagliardi, Ricardo Guzmán, Agustín Irusta, Coco Martínez, Floreal Ruiz, Alba Solís y Argentinita Vélez, entre otros.
En 1964 y 1965 su orquesta contó con el concurso del cantor Tino García, que había trabajado con Ángel D’Agostino y, en 1980, acompañó a Roberto Florio en la hermosa grabación de “El último escalón”, posiblemente uno de sus últimos registros
Estaba casado con la cantante Esther Rosales, cuyo nombre real era Ester Denovoski.
Fue el compositor de “Dos y una vida”, “Un tango y nada más”, “El picaflor del Oeste” y “Lucio Paredes”, todos cantables y “A Villoldo”, instrumental.
El gran Eduardo Giorlandini lo describió así: “Acerca de la personalidad de Armando Lacava (…) este hombre alto, corpulento, de cabello tirando a ondulado, invariablemente con su amplia sonrisa, menos cuando se hallaba en función de actuar el tango, era un buenazo, de gesto reposado, de una cordialidad y simpatía respetuosa, que nunca caía en la adulonería ni en la actitud de crear anécdotas y leyendas más tendientes al caramelo en lugar de pensar en la estética y el enaltecimiento que se compadece con la seriedad del tango” (El silencio que mastica el pucho, En un feca 2014).
Lacava fue un pianista exquisito, con extrema delicadeza en los matices, y sus notas límpidas como gotas de agua, de técnica depurada, que creó un estilo propio, con todo el yeite del tango.
Murió el 08 de abril de 1989; en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
1El autor es historiador del tango, escritor, productor cultural.Director del Festival Nacional de tango “Carlos Di Sarli ” de Bahía Blanca.