Por José Valle1
Nació en Buenos Aries, en el mítico barrio de Floresta. Su violín, mentor del Cuarteto Surtango y de la Orquesta de Tango de Bahía Blanca, genera un clima de nostalgias cadeneras, que se expande en las frases del bandoneón —identificado con un gordo triste—, del piano, el contrabajo y también, en las voces de los cantantes.
Con esta orquesta, el tango, la milonga y el vals reflejan todo lo substancial, afectivo, evocador y sentimental del género, todo lo cual se enriquece con sus arreglos y los del pianista Lucio Passarelli, su cofrade musical.
Realizó sus estudios de armonía y dirección, con Manuel Sitjar, Carlos María Ramos Mejía y Fernando Favero. Actuó en diversos conjuntos de cámara y con las orquestas de Héctor Varela, Miguel Caló y Osvaldo Piro. Formó parte de la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos, de Chaco y de Corrientes. También se desempeñó como docente en el Conservatorio de Música.
En 1981, se radicó en Bahía Blanca y, desde entonces, es integrante de la Orquesta Sinfónica Provincial de la ciudad. En septiembre de 1992, dirigió un concierto de música de Astor Piazzolla en la Sala Auditorium de la Universidad Nacional del Sur, que se repitió en el Teatro Municipal.
Organizó y dirigió el espectáculo Tributo a Pichuco, en 1996, en el Teatro Municipal y en la Base Naval Puerto Belgrano. Dirigió como invitado la Orquesta Sinfónica Provincial en distintos conciertos, con la participación, entre otros, de Néstor Marconi, José Colángelo, Fernando Suárez Paz y Jorge Dragone.
Temas clásicos, de todos los tiempos y asimismo, de los años del 1930 del «embalurde», componen su repertorio y su obra, con protagonistas de leyendas e historias de barrio, de esquina y café, donde se luce la milonga payadora. Verdaderas parcelas de vida argentina que contienen voces y figuras de santuarios y bailongos de arrabal, con el signo de la pasión criolla.
Su tema “Villa Mitre”, con versos de Eduardo Giorlandini, evoca un corazón mirando al sur desde su Bahía Blanca, en el que tienen presencia los guapos, los tangos y el candombe negro, como un designio porteño en el otro sur del gotán.
En circunstancias críticas para los emprendimientos culturales, sobre todo de aquellos que involucran gran cantidad de personas y muchas horas de trabajo con escaso rédito económico, Grossi asumió el propósito y la responsabilidad de una orquesta de doce componentes. Para ello convocó a músicos reconocidos por sus dotes artísticas y así nació la Orquesta de Tango de Bahía Blanca.
Paralelamente, con su Cuarteto Surtango, conformado por Desmar Roza (piano), Juan Micik (bandoneón), Hugo Francisquelo (contrabajo) y Grossi (violín) logró, a mi criterio, su mejor trabajo discográfico, el compacto titulado El corazón al sur, con los cantantes Susana Matilla y Pablo Gibelli.
Tanto con la orquesta como con el cuarteto, Grossi demuestra su calidad y experiencia en la dirección y pone de manifiesto su rigurosa formación, su espíritu renovador y su respeto al público.
La Orquesta de Tango de Bahía Blanca, constantemente motivada por el aplauso de sus seguidores, pareciera siempre abrigar el propósito de volver al escenario, como Pichuco al barrio en su inolvidable romance.
Para el gran Arturo Toscanini, el tango es la «música popular más profunda del mundo». Y esta definición cabe en el maestro Grossi que al dirigir o interpretar lo hace naturalmente, con libertad, sin ataduras, como es en verdad el tango en su grandeza y autenticidad.
Al escucharlo, nos motiva un sentimiento especial que nos anima a decir: ¡Qué hable el corazón! ¡Y qué vibre el alma al compás de la orquesta!
1 Productor cultural, escritor, historiador y Director del Festival de Tango Carlos Di Sarli de Bahía Blanca.