Por José Valle
Mario Nazareno Álvarez nació el viernes 21 de marzo de 1924 en la esquina de Yatay y Díaz Vélez del barrio de Almagro. Hijo de Casimiro (guitarrista que supo acompañar a Agustín Magaldi) y Mercedes Graciotti de Álvarez, un español y una italiana, fue el mayor de cinco hermanos. Se crió en La Paternal entre potreros donde le daba a la de cuero y cafés en los que gastaba tapetes de billar.
Su padre compró una peluquería, que tenía un cuarto al fondo donde había un piano. De a poco se fue convirtiendo en centro de reunión de músicos, poetas y bohemios, donde hasta Don Casimiro despuntaba el vicio de la guitarra. Así fue naciendo la pasión de Bustos por el canto. Cursó la escuela secundaria en el industrial Otto Krause, junto a Tato Bores, mantuvieron una amistad que solo interrumpiría la muerte.
Ya de muy joven lo bautizaron con el apodo del Duque debido a su porte y elegancia en el vestir.
En el año 1947, el actor Tito Grassi (hermano de su madre) le presenta al guitarrista José Canet, quien lo escucha y lo incorpora de inmediato; comienza a cantar con el nombre de Mario Escudero. Pasado un tiempo el propio Canet lo recomienda al bandoneonista, director, compositor y docente Domingo Federico que buscaba un reemplazante para Oscar Larroca, se incorpora de inmediato a la orquesta debutando el primero de agosto de 1948 en Radio Splendid. Federico lo bautizó Mario Bustos, los otros dos cantores de la agrupación eran Enzo Valentino y Hugo Rocca. Debutó en el disco el 14 de octubre de 1949, cantando “Justo el 31”.
En el año 1951 se incorpora a la orquesta del bandoneonista, arreglador y director Eduardo del Piano el otro cantor de la orquesta era Héctor de Rosas, trabajan asiduamente en la confitería Adlón que estaba en Florida 241 y otros locales nocturnos porteños.
El 17 de septiembre de 1951 graba el tango del poeta Celedonio Flores con música de Carlos Gardel y del guitarrista Jose Ricardo, “Margot”. Al poco tiempo por una dolencia en las cuerdas vocales abandona el canto e ingresa a trabajar como corrector en el mítico Diario La Prensa. Su amigo y compañero de correrías nocturnas, Julio Sosa, que había atravesado por una situación similar, le recomendó al doctor León Elkin, su médico personal que logró recuperar plenamente a Bustos.
Del Piano se lo recomendó a su amigo Juan D’Arienzo, quien apenas lo escuchó cantar un fragmento de “Justo el 31” en los estudios de Radio El Mundo, lo contrató. Así, el cantor se incorporó a dicha orquesta en 1957 junto a Jorge Valdez, reemplazando a los consagrados Alberto Echagüe y Armando Laborde. Su debut se produjo en el cabaret Marabú.
La relación entre ellos siempre fue mala y no terminó bien. Juan decía las cosas de muy mala manera y Mario era un cabrón. Discutían muy seguido; a D’Arienzo le gustaba mucho la cámara y cuando actuaban en programas de televisión se acercaba a los cantores y los dirigía con el dedo. Mario le dijo en varias oportunidades que no se lo hiciera, porque no le gustaba. Hasta que un día lo mordió.
Bustos grabó 36 temas con la orquesta, destacándose nítidamente sus versiones de “Mandria”, “Si soy así”, “La última copa”, “El tango no tiene contra”, “Qué me importa tu pasado”, “El Tigre Millán” y “Justo el 31”.
Bustos se desvinculó de la orquesta de D’Arienzo en 1960 e inició su carrera como solista. Durante ese tiempo fue acompañado por músicos de jerarquía como el pianista bahiense Armando Lacava, Carlos Galván, Julio Pane, Osvaldo Ferri, Osvaldo Piro y Jorge Dragone. En 1966 fue convocado por el violinista, director y compositor Florindo Sassone para una gira a Japón y a la vuelta grabó un larga duración.
Ese mismo año, con el grupo denominado “La Embajada del Tango”, que integraba junto a rutilantes figuras como Floreal Ruiz, Alberto Morán, Carlos Dante, Ricardo Ruiz y Jorge Valdez, emprendió una gira por varios países de América.
Cuenta la leyenda, que en una gira que realizaba la Embajada del Tango por Colombia eligen administrador del dinero que ingresaba en concepto de cachet y viáticos a Floreal Ruiz, que era el más formal, serio y austero del grupo. Una noche Bustos estaba acompañado por tres señoritas en el lobby del hotel y le dice a las damiselas que lo esperen unos minutos, que iría hasta el bar a hacer un pequeño trámite. Sorprendidas, lo interrogan por el motivo de su diligencia,, a lo que Bustos les responde, mirando en dirección a la mesa donde está sentado Floreal Ruiz: “Voy a pedirle a Tata Dios que me afloje unos mangos”. Desde ese momento, fue el Tata para todo el mundo.
Falleció muy joven a los 56 años el miércoles 2 enero 1980.